sábado, 23 de febrero de 2013

¿Más Platón y menos Prozac?

pues dependerá ¿no?
vaya por delante que no he leído el libro, así que no se trata de una reseña ni nada similar, aunque creo que tiene que ver con la cantidad de síndromes y enfermedades de carácter mental que se van descubriendo en la sociedad de rápido consumo y rápida despersonalización y que se tratan con antidepresivos como uno se hincharía con M&M's, Lacasitos y demás.

Empiezo diciendo que creo que la filosofía y la psicología ayudan muchísimo, a encontrar el sentido de la vida no lo sé, pero a dar una orientación, desde luego. A comprender por qué pasan las cosas o como poco a aceptarlas (pongo religión dentro del mismo saco de filosofía), y luego según nos pasan cosas en nuestro camino, la reafirmamos, la cambiamos o la desechamos y vuelta a empezar.
Supongo que es que somos seres que queramos o no, buscamos un sentido y significado a lo que vivimos aquí, las injusticias, incoherencias, suerte etc que nos acontecen.

PERO, no siempre es así, o no completamente y totalmente se puede tomar uno las cosas con filosofía, psicoanalizarlas y desmenuzarlas u ofrecerse como víctima sacrificial. Hay algo más que va más allá de esas maravillosas y románticas (y falsas) frases de que la ansiedad o la depresión son señal de haber querido permanecer fuerte cuando todo se desmorona o te sientes hecho un moco humano blablablabla.

Pues no. Para ansiedad, depresión, SPM disfórico, ataques de pánico, trastornos bipolares y otro número de dolencias, sí, el tratamiento psicológico ayuda puesto que ayuda a cambiar el modo erróneo de pensar y percibir que se tenía y así barres una de las causas de estas enfermedades.
Pero se necesita más, porque hay algo ahí, y no es sólo el pensar "mal" lo que nos hace sufrir a los que sufrimos, o hemos sufrido alguna de estos problemas, y no es sólo la educación o la falta de filosofía o su mala aplicación.
Desgraciadamente, ese torbellino de sentimientos, esos picos agudos de euforia y esos bajones al mismísimo infierno -sí, es un infierno oscuro y agobiante de desesperanza y dolor, y más cuando arrastra a la gente que más quieres -  muchas veces viene desencadenado o empeorado por un problema químico, tan simple (y complejo) como eso. Y las mujeres, las que tenemos muchos cambios químicos a lo largo de nuestra vida marcados por la biología, somos las que nos llevamos la palma de tratamientos.



Y ahí entra el Prozac o fluoxetina y otros antidepresivos.
Y gracias a Dios por ellos, podemos alcanzar una calidad de vida que nos estaba siendo negada - por ese click químico, por esa educación, por esa genética , pero no voy a entrar en culpas ni responsabilidades, pasa igual que pasa que unos son propensos a los resfriados y otros a dolores de estómago, unos rubios, otros morenos y otros se tiñen el pelo de rosa.

Es espantoso tener un bebé recién nacido y verlo sin sentir absolutamente nada por él, más que opresión, ansiedad, miedo, rabia, y ser incapaz de actuar ni atenderlo como realmente quieres, pero es demasiado, muy fuerte, muy poderosa la sensación de fracaso y el martilleo continuo de tu incapacidad en la cabeza, hasta que la única salida que se vislumbra es el fin, el llegar a no sentir nada y obtener la paz.
O estar estudiando con la presión de un futuro que nadie sabe, y lidiando con gente que alegre e inconscientemente - o adrede y con mala vaina ¿reflejo de su propia inseguridad y su propia falta de valor?? -te machaca porque llevas gafas, porque eres gordito o flaquito, se burlan de tí oni te ven, por conseguir un trabajo que nunca llega, porque no era todo tan fácil como parecía y vuelves a sentirte un fracaso como persona, porque si otros pueden ¿qué hay de malo en tí que te lo impide? ¿por qué no está ese trabajo? ¿por qué no están esos amigos?
Estar tendiendo la ropa o cocinando, y sentir que se caen las paredes encima de tí, y te falta el aire, que todo da vueltas y te estás muriendo y quieres que termine rápido
Estar explicando las vocales a tus hijos y ver que un error suyo (estúpido error ¿qué más da que una i la entienda por una o???) te hace saltar por los aires, gritar y lanzar cosas contra las paredes, golpear muebles o golpearte tu y sabes, sabes que cada mes te pasará y como lo sabes te sientes capaz de controlarlo, y lo haces, una o dos veces, pero de repente, zas, te da la zancadilla y se cuela ese Mr Hyde. Y vuelve la explosión, las lágrimas, el desespero...

Y tras semanas o meses, decides que ya no puedes más, que se acabó, que es realmente un infierno y ha de terminar, porque el amor que sientes por los que te rodean y te anclan, por tí mismo y tu dignidad como persona, acaba imponiéndose (¿gracias a Platón?) y aun sabiendo que está muy mal visto ir a un psicólogo o al médico (¿quien no tiene problemas en esta vida? ay, esos "de eso en mi tiempo no existía") decides que ese infierno ya fue bastante para tí y se acabó, que Platón, Buda, Jesús o Aristóteles están de perlas, pero hay algo más, y hay que darle en la cabeza al monstruo. Ese monstruo al que todo el mundo teme, y nadie quiere ver. Que estigmatiza a los que padecen. Pero qué narices, peor sería seguir como hasta entonces, y si no es algo de lo que sentirse orgulloso, al menos tampoco para fustigarse.
¿No se toman antibióticos para infecciones, paracetamol para el dolor? PUES ES LO MISMO.
Y en ello andamos, dándole en la cabeza al bicho, con un estupendo resultado
Sigue el miedo, siguen los enfados, sigue la duda y la ansiedad, la pena, y la tristeza, sentimientos humanos, pero ya no ganan la partida, no imposibilitan ni destruyen y se puede, se puede tener una vida normal, una vida feliz, la rabia o la ira ya no asumen esas proporciones apocalípticas, seguidas por unos remordimientos brutales y una tristeza mayor aún, ni esa euforia explosiva y energética sin orden ni concierto. Es más "normal", humano.

Así que según los casos, sí, Platón y Prozac.
Hacen buena pareja.

jueves, 14 de febrero de 2013

Ay quién maneja mi barca, quién..

..... que a la deriva nos lleva, podría cantar Benedicto XVI en nombre de Jesús, Pedro y de muchos de nosotros.


Esta semana, los católicos nos hemos despertado con el anuncio de la dimisión de nuestro "jefe" espiritual.
Según los periódicos que se lean se hará más hincapié en las oscuras tramas vaticanas, el asunto de los Vatileaks, las peleas internas por el poder (incluido el económico), en la titánica tarea de limpieza moral o en las vicisitudes físicas que ha ido padeciendo - caídas, el marcapasos, los viajes (mucho menores que los de su predecesor). ¿Qué pienso yo? que aunque este Papa nunca fue santo de mi devoción, creo que es una mezcla de todo y que aun con ánimo de mejorar la Iglesia, ha acabado hasta las narices. Y muchas de sus ovejas estamos llegando ya a ese punto también

En Marzo tendrá un sucesor, pero un sucesor al que realmente no conocemos el resto del rebaño o marineros, y será nombrado por inspiración del Espíritu Santo a través de los miembros de la curia. Y se retirará del mundanal ruido. Personalmente me parece valiente que haya decidido que no puede, no sabe hacerlo mejor y por eso deja de ser el capitán de la barca del pescador - cuántos hay en el mundo laico que podrían aplicarse el cuento, pero es otro tema.... pero me da miedo, la verdad.

Miedo porque no sé quién será ahora el capitán, si me animará a seguir remando o tirarme por la borda, porque no tengo voz ni voto (¿y acaso no debería?) y esperanza porque me encantaría un Vaticano III, que realmente siguiera el espíritu del convocado por Juan XXIII, al que no conocí, pero del que oigo tantas cosas buenas, tanto de católicos (no todos) como de otras confesiones. 
Alguien que se propusiera reorganizar la barca, reparar las velas y remos y cambiar de rumbo.

Tengo mis propias ideas al respecto, pero chocan de frente con muchos preceptos de la iglesia católica y con mucha gente dentro de ella, pero al mismo tiempo, yo pienso que ellos chocan de frente con la base de nuestra fe.

Una barca tan inmensa necesita una buena organización y tal vez fuera más fácil de navegar si en lugar de un supertransatlántico con compartimentos de primera, segunda y cuarta, fuéramos diferentes barcas, veleros, donde cada uno tiene una misión, escogida dentro de la tripulación - es decir, comunidades más pequeñas donde dejáramos de ser tan perezosos y darlo todo en manos del capitán, donde por su tamaño fuera casi "obligatorio" el escucharnos y el intentar encontrar puntos comunes, incluso, adaptar otros modelos de barco al nuestro, ya que al fin y al cabo, queremos llegar todos a la misma orilla. Donde todos colaboraríamos y trabajaríamos y seamos sinceros, nos viene de perlas dejarlo todo en otras manos y seguir sin pensar ni actuar. Creo que fue así en un principio y quizá deberíamos plantearnos que volviera a ser así.

A no tener miedo de las tormentas ni de rocas, ni de corrientes extrañas ni playas desconocidas ni estar tan obsesionados con ellos que nos desviemos de la ruta trazada y del puerto final,  a base de miedo, y del miedo al odio, no hay más que un paso. No tiene nada que ver con que nos gusten esas playas, rocas, aprovechemos las corrientes o prefiramos dejarlas pasar, nada en absoluto, pero siempre con el mar, hay que tener un respeto, ni odiarlo ni burlarse de él alegremente. 

El destino está claro, la brújula también, tenemos los medios y la capacidad, las cartas y normas de navegación ¿pero tenemos las ganas?
¿volveremos a sentir que nuestro capitán, nuestros capitanes, viven de nuevo entre nosotros, con nosotros, para nosotros? 

Espero que el Santo Padre pueda descansar y recobrar las fuerzas, y espero y deseo fervientemente que esta barca deje de ser un crucero para ricos y sea un velero, un bote salvavidas, un barco de pesca, un flotador al que todo el mundo pueda acudir, sin miedo y sin sentirse juzgado ni rechazado. 
navegar, es algo precioso, y personalmente pienso que en compañía es mucho mejor. No echemos por la borda a otros marineros