lunes, 23 de noviembre de 2015

Reflexiones sobre Navidad (I)

Ya pasó Halloween y empieza la cuenta atrás. Este finde pasado tuvimos la primera nevada de la temporada y ya los escaparates de las tiendas se adornan con toda la parafernalia navideña, y llegan los catálogos de juguetes a inundar los buzones. Bueno, lo de la parafernalia ya lleva tiempo, pero ahora está llegando a su expresión máxima.



Es una temporada que de pequeña adoraba (será porque también se empezaba a finales de Noviembre), de mayor por circunstancias me desencantó y gracias a los pichones y a su padre, pues he vuelto a medio recuperar. Sí, medio, porque una se hace mayor y crujiente y ya le cuesta creer en... como dice A, "Christmas miracles".
Y es que este mundo necesita de milagros para parar un tren y no parece que lleguen. Crisis de refugiados y atentados por todo el mundo. En París - que sí, como dije parece que afecte más y es que seamos crudamente honrados, estamos más habituados a saber de ellos en lugares remotos y más políticamente inestables, sin reglas democráticas claras, por llamarlas de una manera, que aquí en las puertas. Y siendo de España con ETA hasta hace 4 años dando por saco, debería estar habituada, pero no... no lo estoy. Por eso quizá llega lo de Mali, u otro bombardeo en Siria, o una matanza en un poblado africano y primero, que uno se entere, y segundo, que no sólo por lejanía, sino por desgraciadamente lo habitual, no se le da tanta ¿importancia? no es la palabra, digamos que no sorprende.

Pero que no sorprenda tanto no significa que no duela, o que no deje de impactar. O que no agote... o que no entristezca o que no piense uno "menuda m*** de mundo, a tomar por saco ya!!". Venta de armas, negocios nada claros, gobiernos corruptos y en una palabra, desastrosos aquí y allá, falta de educación entre los más pequeños abocados al trabajo y a salidas peores.... ¿qué co** vamos a celebrar??
Si lo que pasa en el mundo es para morirse de pena, eso de las lucecitas, los villancicos, todos con vestido de fiesta, el pavo y el árbol, los regalos, venga a gastar dinero, es pura hipocresía....es pura frivolidad. Hasta el Papa así lo siente y así lo ha manifestado. Con mucha razón además



....pero no puedo verlo totalmente así. Sí, lo que significa la Navidad es totalmente distinto a lo que vivimos hoy en día. Brutalmente opuesto, radicalmente diferente. Agua y aceite. No podemos, como cristianos, pensar en celebrar cuando nuestros hermanos sufren así, tan cruelmente.
Y me planteo varias cosas: deprimirme, sentirme con las manos atadas, personalmente, me paraliza. Me hunde y me descorazona hasta volverme apática, en un "total, para qué". El pensar que el mundo no tiene solución me deja un vacío total. En cambio, la alegría me da esperanza, me motiva, me pone en acción.

Segundo, sería una egoísta insensible si no me sintiera agradecida por mi familia, mis pichones, mis amigos, el hecho de tener una casa, comida, abrigo cuando hace frío, bastante salud.... sería egoísta, quejica y gili.....s. Eso también me parece un pecado, la verdad. No estar agradecido y feliz por ser tan afortunados es como escupirle en la cara a quien te hace un regalo o quejarte porque no te gusta. Un insulto a la providencia y a aquellos que no disfrutan estas bendiciones 24 horas al día y que darían un brazo por tenerlas un día o porque sus hijos disfrutaran de ellas.



Tercero, creo que la Navidad es el nacimiento de la esperanza y de la fe en un pequeñín desvalido en un lugar  sin lucecitas (excepto esa super estrellona que será representada en el árbol), rodeado de gente humilde y con regalos que bueno, así en frío, un bebé no necesita ni de lejos (excepto el oro, como bien dice V, para comprar de comer, porque eran pobres.... aún no hemos llegado a la simbología de los magos). En un establo que olería a estiércol de una manera alucinante, porque nadie quiso atender a sus padres. En un país sometido en el que estallaban revueltas en 0 coma y donde como siempre, poca ropa se llevaba todos los tortazos. En un mundo globalizado - sí, al menos el Mediterráneo y casi toda Europa porque no se conocían  3 continentes más con una superpotencia en control, que tenía las siglas SPQR - y donde la gente sufría esclavitud, explotación, separación, guerras, hambrunas, opresión, miedo, ignorancia, desarraigo, pobreza, enfermedad.... Mmm, no muy diferente a hoy en día si nos paramos a mirar los diarios y la tele.Jesús no nació en un mundo perfecto, de lucecitas y árboles, y compras y comidas opíparas. Jesús vino a un mundo en guerra y con odio. No celebramos Navidad porque el mundo es perfecto, la celebramos porque es un mundo doliente. Y porque queremos intentar traer esa paz, vivir con ese amor que nos fue dado y en respuesta a él.
Cuesta horrores, eso sí. Mucho. Y uno mira las redes, y la tele, y oye y ve y siente y se pregunta "¿Para qué y por qué?"
Pues porque queremos paz y amor sin límites, incondicional. Para mantener viva la esperanza y fe en que sí se puede, con tropezones, parones, cruces y mucho mucho miedo.... pero quiero creer que se puede. Necesito creer que se puede.



Las lucecitas de la calle dan una belleza especial a estas largas noches de invierno, que resultan tristes a veces y es hermoso. Reunirse la familia junta dejando atrás malos rollos y problemas, agradeciendo poder pasar unas fechas juntos...
Y en esa bendición y en ese agradecimiento no olvidarnos de aquellos que nos necesitan más.
Estar a su lado, hacer por y para ellos.

 Por eso necesito la Navidad, porque sin esa alegría y oye, una pequeñita dosis de frivolidad, que si no la tuviéramos  acabaríamos todos diagnosticados de depresión en grado máximo, no podría hacer nada. Y sobretodo teniendo niños, que son y representan tanto, sobretodo,  el futuro que queremos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario