lunes, 5 de junio de 2017

Roma

Quiero pensar en Roma.
En el viaje que hicimos costillo, menda lerenda y pichones verbeneros con unos amigos y sus hijos a Roma.
Porque no quiero pensar en Manchester. O en Londres. Acordarme de Madrid o Nueva York. París o Niza o Bruselas o Estanbul.... en el niño (los niños) de Siria. O de Egipto. Lo que salió en los periódicos y lo que no salió y aún así lo pienso e imagino,  "alegrándome" de no tener más detalles como los que tengo si me cruzo con las noticias de los periódicos y la tele. Que siendo de aquí, pues sacan más información por proximidad. Ya sabemos que no duele igual lo de uno que lo mismo que le pase a otro. Por ejemplo, con las piedras de vesícula, por mucha compasión y empatía que tengas ni de coña entiendes hasta que te pasa. Y ojalá no te pase. Porque al menos con las piedras no decides tu ni te las mete nadie. Te salen. Y te salen a veces comiendo 28 raciones de fruta y verdura al día y no probando pizza. Beh, la vita....

Roma era sol y era calor, y eran vacaciones. De Pascua, plena Semana Santa. Qué apropiado ¿no?. Casi tanto como lo es Jerusalén pero ahí aún no he ido. Ya me gustaría, pero me asusta un poco.




Roma eran cannoli (sicilianos) y pasta alle vongole que he de decir que muy rica, pero mi suegra la clava y no llegan a parecerse a las de ella. Será porque está hecho para turistas y no se esmeran, no sé, pero la de mi suegra es irrepetible (R, por favor, una de las tuyas para este verano!!!).
Roma eran los helados cremosos a tutiplén.
Las ruínas y los turistas, el dolor de pies, el agua de las fuentes, los pinos....
El olor a comida y fotos infinitas.


El enfado con la seguridad (no poder sentarse un poquito en el suelo del tejado del pastel de boda, o sea, el Victoriano...coñe, poned bancos!) porque no le pasan ni a los niños. Y es que sí, un país ideal para niños por la comida, la gente, el buen tiempo... pero en plan cultura, resulta pelín nefasto - los museos resultan aburridos, las caminatas igual y aquí una se las vio y deseó para animar en lo que podía que también eran mis vacaciones. Los niños pueden participar de todo si los poderes y los padres se lo curran, qué caray.
Del cordero al horno con patatas para el Domingo de Pascua - cosa buenaaaaaa.....
Del idioma!!! de su musicalidad y su genio y su belleza.
De 1000 años de arte y de historia con lo bueno, malísimo, genial y regularcillo.
De la cantidad de turistas - costillo no lo es, por mucha camarota de fotos que lleve.
Del Vaticano y del nepotismo de Alejandro VI (paisano), del Papa Formoso y el siglo de hierro, y de las sonrisas de Juan XXIII y Francisco. Entre tantos otros.
De acercarse a la infancia del costillo y auntie.




Es ir a Roma y conocer tu historia y tu vida, tu cultura, quién eres y de dónde vienes, aunque aún ni puñetera idea de a dónde irás.
A mí viajar "me da la vida" (qué frase más cursiiiii....), me anima, me distrae, me motiva, me ilusiona, me hace aprender, y me hace enseñar (sobretodo a mis pichones, anda que nos reímos contando historias de romanos, leyendas, sus batallas, reconociendo estatuas y sí, voy a decirlo, asombrándose porque en las estatuas de aquellos tiempos los penes eran microscópicos y mira que les gustaba representarlos! ay picarones... 😉😄). Viajar me da energía y me evado.



Ver en muchas calles patrullas y soldados con metralletas no me afectó, me picó la curiosidad y me asustó un poquito.... pero poco. Me da miedo y luego me cabrea y digo por mis coj**** voy a disfrutar. Me lo he ganado. Nos lo hemos ganado. Y nos lo merecemos. Y no nos lo quitáis.

Por eso ahora voy a pensar en Roma. En la pizza romana, super finísima. En la pasta. En los cannoli. En que era Semana Santa. Y en que aún me queda mucho por ver y disfrutar y que no puedo dejar que me lo roben. Nadie se lo merece.






Sobre los otros sentimientos que también tengo... más adelante en otro post.


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