sábado, 16 de agosto de 2014

Infierno

Esta semana nos hemos despertado con la desaparición de dos leyendas del cine: una Lauren Bacall, con 89 años, para mí de las más elegantes (no de las más hermosas, pero qué más da si la belleza es hipersubjetiva) y con más carácter de las actrices de los años dorados de Hollywood (con permiso de Bette, Katharine y Bárbara). Supongo que Bogart estaba ya silbando un tiempo cuando ella decidió reunirse con él tras una larga vida llena de éxitos en cine y teatro. Murió como muchos desearíamos, rodeada de familia, en su casa y en su cama, sin apenas sufrir y tras una larga vida. Tuve la ocasión y suerte de tenerla a dos palmos míos y con todo su glamour,  desprendía carisma y calidez.

Un par de días antes apareció colgado en su casa Robin Williams. En mi opinión, de nuevo sumamente subjetiva, no una estrella - como dijo Bacall de Nicole Kidman, aun le quedaban muchos años por delante - pero su desaparición, ay, me produjo y me sigue produciendo una tristeza increíble. Era de esos actores a los que quieres, realmente quieres. Sin conocerlo más que por sus papeles, por su habilidad por hacer reír y por esos momentos en películas dramáticas en las que bajando el tono de voz desgranaba el diálogo con una intensidad que parecía que esas eran sus propias palabras.

 Bien te hacía desternillarte bailando travestido con una faja y una aspiradora, o haciendo de empresario de la noche gay en Miami



 o  bien te hacía llorar cuando hablaba de la muerte de su mujer en la ficción o trataba de salvarla de la depresión que en la vida real se lo llevó a él; hizo que toda una generación nos subiéramos en las mesas para ver el mundo de otra manera y nos acercó al mundo de uno de los más apasionados y vibrantes poetas americanos. Sí, no somos bobos, sabemos que las palabras han sido escritas  por un guionista y por Whtiman, Thoreau, o Wordsworth, pero la cara y la pasión las puso él, él nos hizo creer en ello. Si no hay carisma ni verdad, da igual lo que esté escrito, quedaría vacío totalmente....





Y su desaparición, voluntaria, debido a un tremendo e indescriptible sufrimiento, en mí ha calado hondo. Por culpa de una depresión, por culpa de una enfermedad horrible y terrible que como cualquier otra enfermedad le importa un pito seas rico, pobre, hombre, mujer, hagas reír o bajes a la mina. Y hemos tenido que leer, e incluso oír, y lo que es peor, sus propios hijos, esos estúpidos comentarios de "pero si lo tenía todo!", "qué egoísta" blablablablaaaaaaaaaaaaaaggggh, repugnante. Igual que si no fumas puedes desarrollar un cáncer de pulmón - quizá con menos probabilidad que un fumador, pero puedes caer de igual manera - lo mismo pasa con las depresiones.

Y me afecta porque he visto que esa batalla se puede perder, como comenté en otro post, y que lo terrible es que hay gente que la pierde porque así es de la manera que la gana. Así que de egoísta, queridos míos, nada... es casi casi un acto de amor, oscurecido por esa terrible nube que te aprisiona la cabeza y ese martilleo constante de pena. Porque sé lo que se siente y entiendo ese dolor...

Me afecta porque soy una de esas personas diagnosticada con depresión, gracias a Dios de las más suaves, con una ciclotimia agravada por el sindrome premenstrual disfórico y con antecedentes de episodios depresivos (entre ellos depresión postparto) y ansiedad... Genética, química cerebral, hormonas, da igual, el caso es que está ahí, y ahora felizmente está bastante controlada, con una pastilla al día (por ahora)...para siempre. Y aunque ya no me siento eufórica cuando estoy feliz, mis penas no me hacen tener ganas de cortarme las venas en el baño, o de golpearme la cabeza o destrozar cosas.

¿Por qué salí creo yo a tiempo? aunque no esté segura al cien por cien, fue otro accidente de una madre de un playgroup, que sufría depresión post parto por segunda vez, y falleció dejando un niño de 3 años y un bebé de 4 meses. Aunque mi marido estaba siempre conmigo y me animaba para que controlara yo misma esos episodios, cada vez eran más fuertes y pensé que mi familia no se merecía eso, ni yo tampoco; con la ayuda de otra mujer, Tammy,coordinadora de otro playgroup, dejé atrás la vergüenza de "estar mal de la cabeza de algo que en otros tiempos no existía" y me planté delante del doctor, llorando, y tras hacer un test, me diagnosticó con spm disfórico y "there's something more there" como ella dijo. Así pues pasé a la Sertralina y a psicoterapia... y como dije, seguimos dándole en la cabeza al bicho. Afortunada, feliz y agradecida. Recuerdo esos momentos negros y son terroríficos, y si alguien quisiera saber lo que es el infierno, basta con que él/ella o alguien de su familia sufra esta enfermedad. No sabemos que la desencadena, y por qué a unos sí y otros no, pero del mismo modo, eso pasa con cualquier enfermedad.

Ignorarla o mitificarla ("es que eres muy fuerte y ya tu alma no puede más"  en plan poeta romántico del siglo XIX) son un flaco favor y además muy peligroso. Demasiado. Una palabra a tiempo, una sonrisa, un "cómo estás" puede a lo mejor no evitar la tragedia, pues el remolino negro es tan inmenso y absorbente que apenas puede entrar la luz, pero quizá atrasarla o incluso dar pie a la búsqueda de ayuda de la persona enferma.

Sí somos los guardianes de nuestros hermanos, y sí podemos hacer algo, no hay que desanimarse, simplemente hay que estar ahí, aunque es muy muy duro. Para el enfermo y su entorno. No nos demos por vencidos y evitando el desprecio, la condescendencia y el misticismo, estamos ganando mucho. Espero y deseo que el fallecimiento de gente tan adorable y querida como el Capitán ("oh Capitán mi Capitán" cantó Whitman por boca de Williams - Keating y sus alumnos) nos haga tomárnoslo en serio, darle visibilidad*, quitar el nombre de depresión a lo que no lo es - que momentos de bajón y cansancio son inevitables, pero no son depresión - y no tenerle miedo.






*recomiendo el documental de otro genial actor, escritor y presentador británico, Stephen Fry, cuya experiencia como maníaco depresivo ha ayudado a hacer visible el infierno de vivir con depresión La vida secreta del maníaco depresivo  (en inglés) o cualquier entrevista concedida por él sobre el tema. Recomiendo también, de nuevo en inglés, este artículo en The Guardian 
http://www.theguardian.com/science/brain-flapping/2014/aug/12/robin-williams-suicide-and-depression-are-not-selfish



6 comentarios:

  1. Solo puedo enviarte un enorme abrazo...

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    1. y con una enorrrrme sonrisa y mucho cariño te lo mando de vuelta, apapacho gigantesco! <3

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  2. Gracias Esther. Ya sabía que eres una mujer maravillosa, pero leerte no hace más que confirmarlo. Te quiero y te abrazo.

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    1. otro abrazo de vuelta, porque has ayudado mucho y ayudas mucho, quizá no lo veas o lo sepas, pero sigue siendo como eres, así de luchadora y cuidando tanto de los demás <3 <3

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  3. Un fuerte abrazo, cercs pese a la distancia.
    Laura Villanueva

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