y te reconcilias con el mundo y tus decisiones, y te dan energía y te alivian.
Después de la noticia de las bombas en la maratón de Boston, donde corre tantísima gente por gusto, para encontrar esa energía, disfrutar y relacionarse con gente de todo el mundo, me pregunto qué c*** está pasando. Por qué suceden estas cosas, quién o quienes son los descerebrados que disfrutan con tanta maldad.Y da igual que sea en Boston que en Bagdad o en Sri Lanka, por qué hay gente tan infeliz y amargada que no sabe disfrutar de estas pequeñas cosas. Y lo que es peor, que no deja que otros las disfruten.
Una de las ventajas de ser expatriada y que siempre digo, es que aunque cueste hacer amistades, cuando las haces probablemente duren mucho tiempo y sea gente tan tan diferente, que seamos ejemplo de que nos podemos llevar bien. Y da igual que una sea católica y otra hindú, u otra atea y la de más allá budista. Y que a unos les guste el picante y a otros el dulce, podemos pasar un muy buen rato, reir y bailar, aprender y conocernos, sólo bastan unas cuantas preguntas sinceras sobre la otra persona, y un interés, no importa que sea más cortés que real y profundo.
El viernes pasado tuvimos una cena en una iglesia donde mi pequeña y yo vamos los miércoles por la mañana a cantar y reunirnos con otras madres y nenes. Condición: niños en casa con los padres y traer comida (y tradiciones) propias de nuestros países.
Tuvimos arroces: mexicanos, chinos y tailandeses; quesos y verduras de la India, obviamente una tortilla española, haggis y stovies, fish and chips (pescado rebozado y patatas fritas), puré de patatas y nabo; pastel húngaro y dulces escoceses e indios....
muchos de nosotros no habíamos probado algunos de estos platos ni nos habíamos relacionado de un modo más directo y personal - es decir, sin unas manitas reclamando tu atención ni usando el ojo de la nuca para vigilar que nuestros retoños volvieran a casa con los dientes intactos a ser posible.
Hablamos de nuestras vidas, de por qué éramos expatriados, qué nos gustaba de nuestro país de residencia y echábamos de menos del de origen; planes de futuro, hobbies etc.
Personalmente fue un alivio, después de una larga temporada de mala salud para todos, dos semanas de vacaciones con una rasca de impresión y un cansancio bastante grande y fue muy divertido, y nos unió un poco más, nos distrajo y nos hizo paladear la amistad, que no es tan profunda como puede ser con los amigos que quedaron en nuestros países, pero es genial (siempre se encuentra gente con la que más conectas y otros con lo que menos, pero esta experiencia fijo que te hace ser más abierto a la gente, ya que la soledad que a veces se siente puede ser abrumadora y entonces el idioma, color de pelo, piel o religión se convierte en algo anecdótico como para usarlo de barrera o en todo caso, añade más expectación).
Y entonces, pasan noticias como las de ayer y no, no lo entiendo, de verdad que no.
Siempre he dicho que sé que vivo en una miniburbuja, pero no todo es fácil, y no estamos vacunados e inmunes a problemas de salud, trabajo, pareja, con la familia etc para nada.
No sabemos cuándo volveremos y si volveremos de manera definitiva a nuestros países de origen, vemos a nuestros amigos y familiares más queridos una o dos veces al año, nuestros hijos tienen otras costumbres y tradiciones y no, no es algo negativo que suceda esto, es simplemente que estas pequeñas cosas también pueden resultar complicadas y de vez en cuando se cobran su peaje, así que ¿por qué? ¿por qué complicarse o complicar más la vida a los demás?
Si el mundo puede caber en paz y armonía y diversión durante unas horas a través de la cena de unas madres de veintitantos y treintaytantos años, o corriendo en una ciudad, o compartiendo una iglesia, o un picnic ¿qué sentido tiene estropear algo - el vivir juntos y tranquilos - que a la vista está es posible que funcione??